Dime que me quieres aunque sea mentira

Sobre el placer solitario de escribir y el vicio compartido de leer
Montserrat Roig
Prólogo de Noelia Ramírez

No importan los años que hayas tardado en conocerla, ella siempre sonará moderna. Pasa en sus novelas, en sus columnas y especialmente en este compendio de notas sobre feminismo y escritura que tienes en tus manos, el último que publicó antes de morir de cáncer de mama a los 45 años, Roig se corona como maestra del dato anticipatorio. Ahí está, treinta años antes de que le pusiéramos nombre a la «brecha de autoridad» entre escritoras y escritores, defendiendo una mirada propia ajena al canon masculino.

«Dime que me quieres aunque sea mentira», le pidió Johnny Guitar a Joan Crawford en aquella película de los cincuenta. Roig recuerda que ella le contestó que lo quería aunque fuera mentira. Y que le decía la verdad. «La mentira, es decir, la literatura, es una droga. Y si nos falta, andamos un poco colgados», escribe a propósito de ese intercambio. Y también dice la verdad. Es justo lo que nos pasa con ella. Porque cuando la encuentras, pasa como con la mejor droga: te preguntas qué diablos habías estado haciendo (leyendo) en tu vida antes de conocerla.

Del prólogo de Noelia Ramírez

Traducción: Antonia Picazo Serna

ISBN: 978-84-19362-04-9
218 pp., 13,5 x 21 cm
Rústica con solapas
PVP: 19,90 €
Colección: Plankton Press

«La Roig hizo posible que la necesidad de cambiar la historia no se pueda separar ya nunca de la de cambiar la vida: que la historia incluya la cotidianidad. De ahí que sea necesario resucitar su escritura, pero también su vivencia».
Manuel Vázquez Montalbán, Diari Ara.

«Tendría que haber hostias por reivindicar a Montserrat Roig». Gemma Ruiz Palà, en El Critic.

A partir de los años sesenta la palabra mujer, el hueso duro de roer, convierte a las mujeres que escriben en escritoras, en creadoras. Es decir, en manipuladoras de la vida para convertirla en arte. Se ha acabado la simulación. Las imágenes de la mujer se desvanecen, surgen las mujeres reales. Y las mujeres reales leen, eligen, dudan, ironizan y dialogan. Es decir, no se lo tragan todo.

Montserrat Roig