En el frente

Gerda Grepp y la guerra civil española
Elisabeth Vislie
Prólogo de Enrique Benítez Palma

En 1937, la reportera noruega Gerda Grepp llega a Málaga acompañada del célebre escritor Arthur Koestler, en realidad, un espía al servicio de los sóviets. Encuentran una ciudad abandonada, donde el hambre se sacia con caracoles y naranjas. Tras una peligrosa incursión a Marbella en la que Koestler desaparece, Gerda vuelve a pie a Málaga, desde donde escribe sus crónicas de guerra antes de ser la última corresponsal en dejar la ciudad, ya a manos del Frente Nacional. Tras escapar y cubrir el frente norte, muy enferma de tuberculosis, vuelve a su país, donde muere. Tenía 33 años.

Gerda Grepp creció en Oslo y trabajó como periodista política. Se involucró con el socialismo y la revolución hasta el punto de que, en 1936, dejó a sus hijos en Noruega y viajó a Barcelona para, inmediatamente después, cubrir el frente madrileño. Muy amiga de Aleksandra Kolontái, Otto Katz y Hans Kahle, fue amante de Louis Fischer. Esta es la vida de una mujer olvidada, cuya repercusión en la historia de España era hasta ahora desconocida.

 

«Si gana el fascismo, vendrá una época infinitamente más oscura y larga». Gerda Grepp

Traducción: Sergio Daroca Fernández

ISBN: 978-84-19362-10-0
288 pp., 13,5 x 21 cm
Rústica con solapas
PVP: 19,90 €
Colección: Plankton Press

Publicación: 25 marzo 2024

«Gerda Grepp aporta una mirada limpia sobre la Guerra Civil en Málaga».
José Antonio Hergueta, director de Paraíso en llamas y Caleta Palace.

 

«Un libro que merece una edición española, ya que aporta numerosos testimonios olvidados y fotos inéditas del paso de la joven idealista noruega por España».
La Opinión de Málaga.

Puños alzados, voces de mujeres entremezcladas con los tambores que gritaban en la oscuridad «¡Todos los hombres al frente, todos los hombres al frente!», «¡Antes la viuda de un héroe que la esposa de un cobarde!». Gerda se dejó arrastrar por el coro de mujeres españolas. Las siguió un rato, alzó el puño, gritó las consignas con ellas antes de salir corriendo hacia el hotel. «La población madrileña había escogido enfrentarse al enemigo antes de que pusiera un pie en Madrid», escribió a casa.

Elisabeth Vislie